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MANOJO DE GUARIAS
Criolla
El joven campesino, ya de tarde,
volvió, con la herramienta, hacia la choza;
hizo un manojo de silvestres flores
para ofrecer a su gallarda novia.
La tarde rubia coloreó de bronce
la seda delicada de las rosas
y tal como un renglón, cruzó el espacio,
una hilera lejana de palomas.
La alegre carretera quedó muda
como sierpe dormida entre la sombra;
en tanto que el trapiche lugareño
echó a los vientos su canción monótona.
Más tarde la guitarra de aquel mozo
bajo un alero detalló sus notas;
al montañés lo sorprendió la luna
con las flores cantándole a la novia.
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