duda muchas veces del cotidiano sustento. ¡Tal es la suerte de los ingenios, particularmente en nuestra patria! Olvídaseles y aun se les maltrata cuando viven, y se deja al cuidado de la posteridad hacerles la justicia que se les debe. ¡Tardía y triste compensacion....!
Aun faltó á Cervantes por muchos años despues de muerto un público testimonio del aprecio de su patria, consignados solamente en los elogios de los literatos y en la voz general, estando reservado el justo pago de esta deuda al reinado de Fernando VII, tan abundante en sucesos notables. El único periódico de aquel tiempo fuera del ministerial, el Correo Literario y Mercantil empezó á promover en varios de sus números la idea de un monumento á la memoria del autor del Quijote; el Excelentísimo Señor Don Manuel Fernandez Varela, protector decidido de las artes y las letras, y cuya muerte llorarán por mucho tiempo infinitos desvalidos, adoptó el pensamiento con ardor, dió los pasos convenientes con el rey, y por su direccion se construyó en Roma una estatua de bronce de Cervantes y se trasladó á esta corte. El designio del comisario era aun mas vasto y transcendental á las ciencias. Queria comprar la casa en que vivió y murió Cervantes, en la calle que ahora lleva su nombre, cuyo repartimiento interior era el mismo que tenia cuando la habitó Cervantes; pensaba alhajarla con muebles de aquel tiempo, iguales á los que consta por