encaminarlos desde pequeños por los pasos de la virtud, de la buena crianza y de las buenas y cristianas costumbres, para que cuando grandes sean báculo de la vejez de sus padres y gloria de su posteridad; y en lo de forzarles que estudien esta ó aquella ciencia no lo tengo por acertado, aunque el persuadirles no será dañoso: y cuando no se ha de estudiar para pane lucrando, siendo tan venturoso el estudiante que le dió el cielo padres que se lo dejen , seria yo de parecer que le dejen seguir aquella ciencia á que mas le vieren inclinado.
Cosa digna de imitar de todos los padres que á sus hijos quieren poner en estado. No digo yo que los dejen escoger en cosas ruines y malas, sino que se las propongan buenas, y de las buenas, que escojan á su gusto.
Las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de ta historia no hay para qué escribirlas si han de redundar en menosprecio del señor de la historia. A fe que no fue tan piadoso Eneas como Virgilio le pinta, ni tan prudente Ulises como le describe Homero. Asi es, replicó Sanson; pero uno es escribir como poeta, y otro como historiador: el poeta puede contar ó cantar las cosas no como fueron, sino como debian ser, y el historiador las ha de escribir no como debian ser, sino como fueron, sin añadir ni quitar á la verdad cosa alguna.