bien esa infeliz habrá tenido que hacerse criminal ante la moral y los preceptos de la sociedad, haciendo en secreto un delito de un afecto, que, con otro padre, habría podido descubrirlo a la sociedad sin rebozo!
¡Cuántas veces, allá en las soledades de su espíritu, como las aves terrestres arrebatadas por el viento a las llanuras desiertas de los mares, habrá ambicionado un abrigo legítimo para su corazón huérfano a las pasiones que la naturaleza, la religión y la sociedad autorizan!
¡Providencia divina, la acción de tu justicia es impenetrable como el soplo creador con que diste la vida al universo: y, por uno de esos fallos terribles de tu voluntad soberana, parece que castigas a ese hombre a quien la humanidad debe tantas lágrimas y sangre, haciendo que él mismo sea la causa de la desgracia de su hija!!!