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solidaridad humana. Existe un culto público que es esencial y que debe reunir á todos los hombres. Dios ha querido sin duda que se amasen y viviesen reu= nidos como hermanos de una misma familia, como hijos del mismo padre. Es necesario que puedan confortarse, instruirse y alentarselos unos á los otros, alabar unidos al padre común é inflamarse en su amor.
El culto público es una necesidad social que estre- cha los lazos que ligan á los hombres y disminuye las distancias que los separan. Es, en una palabra, el manantial más fecundo de sociabilidad y civilización.
137. Legitimidad del culto.—Consideremos las obje- ciones que se han hecho contra el culto en genera contra la oración, una de sus faces, en particular.
Se ha dicho: El hombre no puede tener deberes respecto á un Sér que le es enteramente despropor- cionado. Siendo Dios perfecto y soberanamente di- choso, en nada podemos aumentar ni disminuir su grandeza ú felicidad: la adoración es, por lo tanto, inútil.
La consideración de la grandeza de Dios comparada con nuestra pequeñez, noes razón para prescindir de os ruegos, como si Dios se desdeñase de aceptarlos Para Dios que es infinito, no hay cosas grandes ni pequeñas, su providencia alcanza á todos. Aunque Dios no necesite de nuestros homenages, esto no
