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Página:Melo y Parravicini Fantasias.djvu/18

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TI.

He llegado a la gran bahía de Nagasaki y he pisado por fin tierra japonesa. Cuando desembarqué tomé un «djin» para que me hiciera conocer la ciudad. Sentado en la diminuta carroza, veía moverse ligerísimas las piernas del «djines» conduciéndome por las calles de Nagasaki. En nuestro camino en- contramos varias japonesas con sus trajes nacionales, y los señores semi-europeizados en sus vestimentas. Nagasaki es la ciudad del olvido. Charito ha llegado a confundirse y hasta perderse en mi memoria. No tengo tiempo de pensar en nada, es un torbellino de calles y trajes, risas y flores, bajo un cielo

purísimo.

TI.

Hoy hace un mes de mi llegada al Japón. Este país es semejante al río Dohn, cuyas aguas producen el olvido. Paso los días va-