De estos repetidos canatos , que después se reconoció de- bían dirigirse solo á ordenar é ilustrar algunos ramos de la his- toria , nacerla el error de aquellos que han esperado siempre , por fruto de esta Institución , una Historia general de España , á que habrá contribuido no poco el título mismo con que se denomi- na y distingue la Academia. Debieran antes haber considerado ¿si es posible que un Cuerpo escriba por repartimiento, d con- curso de fuerzas intelectuales , y , lo que es mas , de pareceres, una obra que pide unidad en el plan , en el método , y en el estilo ? La Academia , si hemos de atender al espíritu de su ins- tituto , y no á la letra de su denominación , fué erigida para fi- xar los tiempos , y aclarar los hechos , con discursos , con diser- taciones ; para desterrar de nuestra historia las fábulas y los erro- res, hijos de la credulidad, d de la malicia; para acopiar y pre- parar materiales , promover descubrimientos , ilustrar los puntos obscuros d dudosos ; y dar armas para rebatir las imposturas , y esgrimirlas por sí misma.
Y PRIMITIVA CONSTITUCION
DE LA ACADEMIA.
Entrado el año 1735 . la casual concurrencia de algunos lite-
ratos en casa de Don Julián de Hermosilla , Abogado entonces
en Madrid , después Teniente Corregidor de esta Villa , y Mi-
nistro Togado del Consejo de Hacienda , fué el origen de la
Real Academia de la Historia , semejante en estos obscuros y dé-
biles principios á casi todas las grandes Comunidades literarias
de Europa , que ha solido formarlas el zelo de algunos particu-
lares , y protegerlas después la benéfica liberalidad de los Prín-
cipes. Aquellas tertulias amenas y políticas , convertidas ya en
conversaciones literarias , produxeron unas conferencias mas sé-