Página:Memorias póstumas del general José María Paz.pdf/32

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en pié, y que toda nuestra comida, era asado sin sal, ni pan,ni otros comestible.

No habíamos pasado más pueblo desde La Bajada, que Curuzú-Cuatiá, que tiene veinte ó treinta ranchos; Yaguareté-corá, que tiene doce,y Candelaria, que tiene el colegio arruinado, los edificios de la plaza, cayéndose, y algunos escombros,que manifestaban lo que había sido.

También fui engañado en el parte, con referencia al Mayor General y sus ayudantes, como el resto de oficiales, que nada hicieron, los unos porque se quedaron dentro del bosque, y los otros porque se extraviaron, pues no tenia baqueanos que darles, ni había quién me diese conocimiento del terreno, y solo me dirigía por lo que veía con mi anteojo.

Por lo que hace á la acción, toda la gloria conrresponde á los oficiales ya nombrados, y siento no tener los nombres de los siete soldados, para apuntarlos, pero en medio de esto, son dignos de elogio, por solo el atrevido paso del Paraná, en el modo que lo hicieron, así oficiales como soldados,y espero que algún día llegará, en que si se cuenta esta acción heroica, de un modo digno de eternizarla, y que se miró como cosa de poco más ó menos, porque mis enemigos empezaban á pulular, y miraban con ódio á los beneméritos que me acompañaban, y los débiles gobernantes que los necesitaban para sus intrigas, trataban de adularlos.

Cerca de medio día, tuve aviso de que habían abandonado el pueblo de Itapua, é inmediatamente dí la orden al Mayor General para que marchase hasta allí, sin la menor demora, con la tropa y piezas de á dos. Se