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CÁRCEL DE MUJERES

Adoración tiene su sede en los puentes del ferroca- rril del Once. Su material humano lo constituyen los lastimosos hombres solos que toman a veces el sol en la chata plaza vecina. Dice preferir los extranjeros porque no les entiende lo que dicen.

Ha estado en el manicomio y a fe que guarda hue- llas de su estada. Alza sus polleras y olemos mal. Se rie frenéticamente y llora por supuestos desprecios de sus cofrades,

—“Cuando yo estaba en el manicomio, cómo me di- vertía. ¡Agarraba dos piojos, los ponía en una tablita y los hacía correr carreras, a ver quién llegaba pri- mero! ¡Qué macanudo era eso!”

“«“ ”

—““Ché ¿Eso es chancro?”

La Marta está en la fila que vuelve de la capilla. Se dirige a una chinita de unos diez y seis años, cara de toba, rotosa y que revisa su velo a fin de encontrar algún piojo. Sus piernas desnudas muestran úlceras.

—“¡ Qué va a ser chancro! Son sólo paspaduras”.

“ »

—Pollo, se arremanga el vestido y muestra dos huesos cubiertos de piel seca que terminan en dos zapatos al revés.

—“Pero Pollo. ¡Tenés los zapatos al revés

—““¡Es de inteligente que soy! Como los tacos se han torcío pal otro lao me los cambié de pie. Así cuan- do salga los tengo derechos.”

-—“¿Cómo te trajeron Pollo?”

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