MI siguiente viaje fue por el lago de Texcoco a la antigua capital del mismo nombre. Esperaba tomar El Nezahualcóyotl, que se encontraba en el fango de la Garita de San Lázaro, cuando fui a hacer las investigaciones preliminares. Habría habido una cierta adecuidad en acercarse a la antigua capital en un barco nombrado en honor del soberano que la hizo ilustre; pero no era su día de navegación.
El Nezahualcóyotl era un clipper, por así decirlo, una larga, oxidado como góndola, dedicada exclusivamente al tráfico de pasajeros. En su lugar tomamos un barco de carga más grande y construcción más pesada, La Ninfa Encantadora o "la ninfa de encantamiento". Ella habría sido llamada el Mary Ann o Betsy Jane en otros lugares, pero tal es la diferencia en la imaginación tropical.
Una cabina resguardada de pasajeros y algunas mercancías que estaban en los inevitables petates, tapetes e incluía dos bolsas de plata. Había un par de mujeres jóvenes que iban a pasear —tomar una pequeña vacación en Texcoco. "Va a ser triste, por supuesto," dijeron, "como todo lo de México; aun así, vamos a probar durante un tiempo." Ofrecieron una parte de su almuerzo, como compañeras de viajes estuvieron continuamente haciendo lo que yo hacía y el capitán ofreció pulque. Dos mujeres mayores, en rebozos azules, sentadas como estatuas, cargan-