deración. Hay otra cascada, incluso más bonita— el Rincón Grande.
Al día siguiente fuimos al ingenio azúcar de Jalapilla. Una fina amplia Avenida de árboles se extendía hasta ella. Langostas cantaban en ellos. La hierba y los árboles eran exquisitamente verdes. El pico nevado de Orizaba, ocultado en la ciudad, aquí se eleva por encima de cerros intermedios. Hay portales y portones monumentales y un acueducto masivo sobre arcos, que trae agua de un torrente fino. En los sombreados arcos verdes del antiguo acueducto las señoritas embelesadas encuentran creciendo especímenes de helechos raros y delicados.
Carretas de bueyes traen la caña a los molinos. La observamos a través del proceso de trituración en la maquinaria y probamos la agradable jugo recién exprimido y más tarde en algunas de las etapas de ebullición. También hacen Aguardiente a gran escala. Los campesinos a lo largo de la carretera venden una cerveza del miso no fermentado, con tamales. La residencia adjunta es una casa blanca grande, de dos pisos, con una puerta de hierro alta entre postes blancos. Le fue prestada a Maximiliano para vacaciones en el campo por los conservadores propietarios del tiempo. En la actualidad esta descuidada y sin amueblar, hay una sola habitación ocupada por el propietario, quien tiene los gustos de un ranchero y poco gusto para mostrar.
En uno de los teatros en este tiempo se exhibía, por una Zarzuela o compañía de "variedad", "La Torre de Neslo ó Margarita de Borgoña;" en el otro, por una empresa juvenil, "La Fille de Madame Angot."
Quien sea que realmente disfrutaría México debe tener el gusto por la arquitectura antigua. No hay ningún final y a menudo es el único recurso, es el del fantástico ro –