ciertas direcciones menores. Hacen largos, viajes rápidos, por ejemplo, actuando como bestias de carga o mensajeros, para que, viendo sus actuaciones, las palabras de Bufón vienen por la fuerza a la mente: "el hombre civilizado no sabe la mitad de sus poderes". Pero en los mayores asuntos de la vida, los que requieren previsión de un futuro permanente, improvisan mucho. Tal vez, sin embargo, los de Amatlan difieren de otros, o quizás la reputación general puede no ser totalmente merecida, decirle a los Cordobeses que Amatlan es incluso más rico que Córdoba.
Allí se dice que hay un número de residentes nativos que valen desde $50.000 a $80.000 cada uno. Comprar tierras y enterrar su efectivo excedente en el suelo. Bien puede ser que la falta de cajas de ahorros, o cualquier lugar más seguro de depósito de dinero que la tierra, tiene algo que ver con la indigencia de que se quejan. El alcalde, el jefe de ellos, se estima que vale un millón, aunque esto debe ser dudado mucho. No tuvo grandes maneras de utilizar su riqueza, pero se dice que se inclina a la avaricia y la delicia de simplemente acumularlo. Hubo una vez un proyecto para construir un tranvía-carretera de ahí a Córdoba, la capital a ser construido en parte por los indios, pero fracasó. Algunos de los adinerados envían a sus hijos a buenas escuelas e incluso a México, para tomar el grado de licenciado. Estos herederos favorecidas, a su regreso, deben poner de la ropa habitual y vivir en no forma diferente del resto. Las hijas, por otro lado, nunca son educadas, pero aprenden, sin excepción, a hacer tortillas y otras tareas domesticas.
Cenamos en una posada de rancho al aire libre, con perros y cerdos corriendo libremente bajo nuestros pies. Café, sin