sólo con Guanajuato; pero el lugar en sí no es bueno y, está a nueve mil pies sobre el nivel del mar, su atmósfera es crudo y penetrante incluso en julio. Regularmente cada tarde sopla una brisa y polvo como esos que han alcanzado celebridad en San Francisco.
Allí se dice que había diez mil mineros trabajando en el distrito. Quizás quinientos son súbditos británicos, originarios de las minas de estaño de Cornwall. Ellos manifiestan en su nuevo entorno una ruda independencia de carácter, casi hoscos. He oído aquí de mi ingeniero francés que había sido enviado para examinar la propiedad minera. Excéntricamente dio su mano izquierda, a la manera algunos franceses, al capitán de una de las minas, en su descenso, y la colonia habló de nada más que esto. Se han unido para inducir y desviar sus investigaciones tanto como sea posible, y uno de ellos me dijo, con la amargura que la trivial circunstancia apenas ameritaba, que si él volvía, con su forma altanera de tratar a las personas, tratarían de aventarlo a rodar en algún pozo. Nuestro pobre amigo, me temo, se marchó, si creyó lo que le dijeron, con algunos elementos muy singulares de información.
Pachuca se ha convertido en una ciudad de buen tamaño en un período comparativamente moderno, mientras que Real del Monte, adyacente, una vez más importante, sigue siendo un pueblo. El elemento inglés no es nuevo en ninguna. Hubo probablemente más hacia 1827 que incluso ahora. En el cierre de la guerra de independencia, una impresión fue el extranjero de muchos beneficios a la espera de quien proporcionara capital para abrir y trabajar las minas españolas antiguas abandonadas y arruinadas en los desastres de la larga lucha.