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Página:Mexico, California and Arizona - 1900.djvu/335

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SAN FRANCISCO.

rados por agua y exigiendo mutuamente sus productos, las ciudades surgen en los lugares de transferencia y proporcionan su volumen; y para todo esto San Francisco tiene una de las notables situaciones perdidas.

El comercio Oriental es un pequeño elemento en el total. Tiene barcos, además de aquellos con destino a los puertos de Europa y del este, saliendo a las posesiones británicas y rusas en el norte, México, centro y Sudamérica, Tahití, Fiyi, Manila, Sándwich e islas amistosas en todos esos puntos lejanos en el Pacífico Sur, que ahora, a su vez prometen brillar con luz de la civilización y convertirse en potencias de la tierra.

Se queman carbones en fuegos -no de la mejor calidad, se debe confesar- que provienen de la costa una vez caracterizada por el poeta en la línea-

"El largo aullido del lobo en la orilla de Oonalaska."

Setenta millones de libras de azúcar al año llegan desde esas islas Sándwich que mataron al capitán Cook, hoy un estado civilizado, moderno. Pero es particularmente Australasia y nuestras relaciones, que despiertan especulaciones de admiración. Melbourne, Australia, tiene ya más de 280.000 personas, Sydney 225.000, mientras que a lo largo de las costas de la una vez caníbal Nueva Zelanda, ahora nos envía sus compañías de seguros, hay varias florecientes ciudades: Dunedin, con sus 43.000 personas; Auckland, con 40.000; Christchurch, 32.000; Wellington, 22.000; y no sé que otras más.

Astoria y Portland, en Oregón, San Diego y, sin duda, puertos a crearse en el tiempo a lo largo de las costas mexicanas, recibirán una parte de estas nuevas influencias en el mundo, pero en San Francisco nos tocan primero y es más cercano.

Hay una clara fascinación en llegar al "final