plan conforme a la cual se trabaja actualmente es de reabrir un antiguo túnel, comenzado en el siglo pasado, que conduce a través del montañas al noroeste de la ciudad. El Corte de Nochistongo ha sido abandonado. Críticos escriben a los periódicos que este plan, también es imposible; de hecho, se hace la crítica general que todo plan similar es impracticable, y que ese drenaje secará el terreno y causará que edificios se caigan. Teniendo todos los aspectos, después de estos trescientos años de esfuerzo, es una pregunta difícil como comunidad que menudo debe enfrentar. México tiene mala suerte en tener varios así que son casi demasiados.
Debo recordar, sonriendo, también, algunas de mis primeras experiencias en obtener información acerca de este asunto de drenaje. Supongo que fui más bien un incómodo compañero en esos días. Estaba en constante búsqueda de conocimiento y su obtención a menudo se encontró con indiferencia, aplazamiento, error descuidado o incluso negativa. Mi amigo influyente, Don Francisco de Garay, solo me sostuvo.
"Eso es correcto", diría. "Cuando estaba estudiando ingeniería en París, yo, también les hacía decirme. Yo no los dejaría hasta que respondieron mis preguntas."
¡Ay! —Con una sensación así, después de la cena, que pide lo que se llama espíritu de escalar— ¡cuántas más preguntas al viajero que regresa quisiera haber preguntado! Recuerdo que conocí, en la casa de un rico caballero mexicano, un ingeniero de la ciudad. Al enterarse de mi deseo profesó que tendría mucho gusto en poner todo lo que sabía de la historia de la cuestión de drenaje a mi disposición. Lo busqué. Estuvo ausente, pero su esposa hizo una cita con él con unos días de antelación. Cuando me presenté a la cita estuvo nuevamente ausente, pero esta vez la mujer que tal vez era de origen francés; al menos prefería conversar en francés — dijo,