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es, en orden de procesión. Los prelados dieron por respuesta que iban bien como iban, y sulfurándose su ilustrísima, les hizo decir que si no obedecían su mandato los excomulgaría. Los amenazados ordenaron á sus frailes que continuasen en la procesión, pero los cuatro la abandonaron y se fueron á su respectivo convento.

Ante tamaño desacato murmuró el Obispo:— Si san Dunstán sujetó al diablo cogiéndolo por la nariz, yo sujetaré á estos DeHae os cogiéndolos por el cerviguillo. Siga su curso la pro- » cesión.

Al siguiente dia, á la hora en que iba á principiarse en la iglesia de los dominicos una solemne misa cantada en honor de San Valentín, misa para la cual estaba invitada mucha gente de copete, se presentó el bachiller Juan de Morí quien, con vozarrón estufWíndo, dio lectura á im papel que así decía:

—«Téngase por excomulgados á los reverendos padres fray Juan de Zarate, fray Dionisio de Oré, fray Lope Cueto y fray Juan Rodríguez, p>or estar así declarados, en auto de ayer, por su ilustrísima el seflor Obispo, quedando suspensos de celebrar, confesar y predicar en este obispado. Y para que venga en conocimiento de todos el mandato de su ilustrísima, y so la misma pena de excomunión mayor ipso fado incurrenda, póngase en tablilla en la puerta de la Santa Iglesia Catedral».

Y volviéndose al concurso, gritó el bachiller Juan de Mori: —Hermanos míos, á su casa, prontito, todo el que no quiera excomulgarse.

Y la ijglesia quedó escueta. A la sazón las campanas de la Catedral tocaban los fatídicos dobles, cuyo sonido abre de par en par las puertas del infierno á los excomulgados.

Por su parte los cuatro prelados excomulgaron también al Obispo, fundándose en que su ilustrísima no había tenido derecho para entrar en el monasterio de las clarisas, sin previa licencia del guardián de San Francisco bajo cuya jurisdicción estaban esas monjas. Sólo que en esta excomunión no doblaron las campanas, porque el Corregidor de la ciudad, que era amigo íntimo del seflor Comí, había cuidado de dejarlas sin badajo. Esto quitó solemnidad é importancia al acto, y el \ecindario siguió recibiendo devotamente las bendiciones del