EL TRADICIONISTAI ¡Era yo casi un niño!
Apasionado por las bellas letras desde los albores de mi agitada existencia, cayó en mis manos un bello libro. Leí sus primeras páginas, y me quedé como extasiado con la lectura de una de sus composiciones. Todavía parece latir en mi corazón y en mis recuerdos.
Era un idilio en prosa. Se titulaba El hermano de Atahualpa, y su autor Ricardo Palma. Desde mi infancia data, pues, mi simpatía por el leyendista peruano.
La ola revolucionaria me ha traído proscrito al Perú, y dádome oportunidad para estrechar la mano del simpático escritor.
Palma, en apariencias, parece hombre de pocos amigos y de pocas impresiones. Pero sondeadlo un poco y veréis que tiene pasiones como olas el mar y ternuras como miel la palma. Su habitual entrecejo desaparece, y se torna en hombre expansivo y afectuoso. Es un agradable causeur.
Periodista, escritor castizo, polemista varonil, historiador ameno, poeta fecundo y político decepcionado, Ricardo Palma ha sido muchas cosas en su tierra. Le ha pasado á él lo