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¡Ah! Empequeñecéis á Bolívar, los que os obstináis en hacer de él un ser perfecto, una divinidad. No sólo lo empequeñecéis, lo ridiculizáis.

¡Quién sabe si las generaciones venideras estimarán en mas la atrevida independencia de mi pluma, que las frases de oropel con que una generación, casi contemporánea del héroe, cree enaltecerlo!

¡Tal vez mis artículos harán por la gloria de Bolívar, ante el desapasionado criterio de otros siglos, más que los panegíricos de relumbrón y que los obligados discursos de académica forma!

Si convenís conmigo en que Bolívar es ya un nombre histórico, tolerad que la crítica se apodere de ese nombre. Puestos en la balanza su genio y su fortuna de político y de batallador, á la par que sus extravíos y mezquindades de hombre, no temáis que su estatua descienda una pulgada del pedestal sobre el cual se alza.

¿Acaso brilla menos el sol porque los cristales ópticos hayan descubierto en él manchas?

Lima, Diciembre 5 de 1883.


I


RESPUESTA A UNA CRÍTICA

Por sabido me tuve, al dar á luz un ligero estudio sobre prohombres de la época de la Independencia, que mi patriótica tarea había de suscitar críticas. No se puede hacer tortilla sin romper huevos, ni ocuparse de los contemporáneos sin que alguien resuelle por la herida.

Deber mío es no rehuir la polémica, porque, aparte de que me reconozco honrado, así por la talla del adversario como por lo cortés de la censura, creo que de la discusión resultará un rayo de luz que guíe á los aficionados á este género de estudios en el enmarañado laberinto de nuestra descuidada Historia.