DE CECILIA 15
jando continuamente, á tus hermanos priva- dos de lo más preciso; hasta de la educa- ción! ¿Cómo habías de pensar así?
¿Te considerarías feliz casándote con un hombre rico, Margarita?
—Para mí, no ambiciono riquezas, pero te aseguro que á veces he deseado encontrar un hombre rico con quien casarme con tal de verte tranquila y felices á mis hermanos.
— Óyeme, Margarita; voy á hablarte con entera franqueza: hoy estuvo don Pedro Real y me dijo que si tú consentías en ser su esposa, él podía hacer la felicidad de to- dos nosostros. Si, á pesar de sus riquezas, fuera un hombre vicioso y malo, le hubiera contestado que no en seguida; pero sé que, por el contrario, es una persona honrada y digna de toda estimación. Si te casas con él, saldrás de esta triste casa, tendrás ricos trajes, muebles lujosos, irás al teatro, á pa- seo, en una palabra: gozarás de la vida. Sin embargo, si crees que no podrás hallar di- cha en ese casamiento, dímelo con sinceri- dad. Él es mucho mayor que tú, no tiene cualidades que, á primera vista, puedan se- ducirte; pero, hija mía, vale más á veces apo- yar la mano en la de un hombre de juicio, que en la de un joven brillante y aturdido.
No es mi ánimo ofender la memoria de tu
