DE CECILIA 603
— ¿Y si después te mortifica ?
Margarita se encogió de hombros.
— De todos modos lo hace y un disgusto más Óó menos, ¿qué importa? Quiero ver cómo recibe la idea.
El deseo de complacer á su hermana y el muy excusable, de gozar de otra sociedad que la poco amena de su marido, hizo que Margarita apoyara el proyecto.
El día transcurrió en un soplo. Julieta lle- vaba consigo la alegría y además se impuso el deber de distraer á su hermana.
Real volvió aquella tarde á su casa de bas- tante malhumor; había tenido un contratiempo en sus negocios y por consiguiente no podía Julieta haber elegido peor oportunidad para hablarle de sus proyectos de baile.
Margarita, que notó la preocupación de su esposo, estuvo por decirle á Julieta que de- sistiera de su propósito; pero la vió tan ani- mosa y decidida que no quiso contrariarla y, entre ilusionada y temerosa, esperó el resul- tado del proyecto.
Julieta procuró quedar sola con su cuñado y la niña; luego con mil gracias y zalamerías que, embelesando á Real, disipaban su con- trariedad, trató de encaminar la conversación á terreno favorable.
— ¡Qué linda y crecida está Cecilia! se pa- rece más á usted cada día, dijo acariciando