¿Qué punto de verdad tiene cada una de esas tradiciones?.....
Quizás los duendes no son sinó las ratas que roen y escarban los muros y los pisos.
Quizás los labios que apagan luces son los del viento que sopla.
Quizás los bofetones á las criadas son meras invenciones de la mismas para explicar ciertos rubores, cuya verdadera explicación seria hasta cierto punto inconveniente.
Quizás los ruidos de cadenas son los de alguna fábrica, y les pasa á los que los oyen, lo que pasó á Don Quijote y su escudero con los golpes de los batanes.
La historia del perro de los ojos de fuego, á pesar de lo fantástica que parecerá—y lo es en realidad—tiene todo el carácter de verdad posible.
El lector puede creer todo lo que vamos á decir, ó no creerlo, si le dá la gana,—que, cosas como estas, solo quien las vé las cree, y aún así, sucede muchas veces lo contrario.
Quien nos la ha referido, ha sido testigo ocular de ella, y cuando la cuenta, todavía se le ponen los pelos de punta, á pesar de que van pasados cuarenta años más ó menos, desde que los hechos se produjeron.