de piedra, y techadas con tejas; pero después descubrí que eran de madera, desde sus cimientos, hasta la cima de sus techos. Salvo unos pocos espacios despejados, la isla está totalmente cubierta de árboles, incluso en las colinas más altas. El Capitán de Puerto (un inglés) subió a bordo cuando nos acercábamos al fondeadero, y fue muy amable en sus ofrecimientos. Por él supe que el Adventure no había llegado aún, ni siquiera han oido hablar de él en la costa. Fondeamos al abrigo de las alturas Barcacura, en un buen fondeadero, y amarramos la nave. Fui inmediatamente a tierra, y le presenté mis respetos al gobernador, don José Santiago Aldunate, un brigadier general al servicio de Chile, cuyas amable manera y amigable ofrecimiento de toda la ayuda que el pudiese prestarnos, fueron muy gratas. Por el capitán de buque mercante, llegado recientemente, me sorprendió y preocupó saber, que el Adventure todavía no había llegado a Valparaíso antes de su zarpe desde allí (20 de junio).*[1]
“Recorrer el Beagle, reparar y construir botes, ocuparon a la mayoría de los oficiales, y toda la tripulación, mientras el Sr. Stokes y yo nos encargábamos del trabajo del levantamiento, durante nuestra estada en el puerto San Carlos. Nuestro buque requería calafatearse, lo cual, en un clima tan lluvioso, era difícil de realizar. Tan continuamente húmedo era el tiempo, que si no hubiésemos secado nuestras velas, y desenvergarlas, durante tres días buenos que tuvimos (r)[2] a nuestro arribo, no se habrían secado durante nuestra estada. “
