tir la mujer está en, lo justo, pide lo justo y debe dársele.
Algunos de los paises mas civilizados no le escatiman ya los derechos politicos, civiles, económicos que ella demanda. En Estados Unidos y en Europa, el movimiento feminista es arrollador. En Méjico, mi patria, después de la revolucion que sacudio nuestra vida secular, la mujer, un poco borrosa, aunque siempre noble, dulce y buena, de otros tiempos, tiene ahora plena conciencia de lo que quiere; lucha por equipararse al hombre, y encuentra en las ideas ambientes y en las simpatias del gobierno, estimulo y fuerza para llegar...
Pero, el asunto especial de esta conversación, a la cual, como indiqué arriba, no tengo quizás el derecho de llamar conferencia; de esta conversación que yo qui-