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CARTA XVI

¿Es posible lo que me escribfs, marqués? ¿Qué la condesa persiste en trataros con tanto rigor? ¿Creéis que la despreocupación con que recibe todas vuestras galanterias anuncia una indiferencia que os deses— pera? Me parece que he adivinado el nudo del enigma Os conozco. Sois alegre, locuelo, atrevido con las mu- jeres cuando no os interesan. Pero las que os impre- sionan — lo he observado, —os vuelven tímido, cua- lidad que podría seducir 4 una burguesa y que ahora es inútil, porque al corazón de una mujer de. mundo hay que atacarlo con otras armas. La condesa tiene experiencia. Creedme y abandonad á los Cupidos las frases sublimes, los bellos sentimientos, dejadles ali- mentar el tiempo que quieran su amor prudente y romancesco. Yo os digo en nombre de las mujeres : la mayor parte de nosotras prefieren ser tratadas un poco bruscamente que con exageradas atenciones. Los hombres fracasan muchas veces más por su torpeza que por los obstáculos que oponga la virtud á sus deseos.

Cuanto más timido se nos muestra un amante, tanto más se interesa nuestro orgullo por aumentar su timi- dez; cuanto más miramiento á nuestra resistencia,