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CARTA XXVIII

No es engañáis, marqués; el gusto y el talento mu- sical de la condesa aumentarán vuestro amor y vues- tra felicidad. Hace mucho tiempo que aconsejo á las mujeres que se aprovechen del partido que puéden sacar de su habilidad y de su talento, porque en todo momento les son de extraordinaria utilidad, y la mayor parte de ellas no se preocupan más que de. la presencia del objeto amado. Tienen ellas dos ene- migos que combatir : su amor y su amante. Pero cuando desaparece el amante queda el amor y los pro- gresos que hace en la soledad, aunque menos sensibles, no son menos peligrosos. Entonces es cuando la eje- cución de una sonata, el dibujo de una flor, la lectura de un buen libro desvían la atención de un recuerdo demasiado seductor, y fijan la imaginación en objetos útiles. ¿Las ocupaciones del espíritu no son hurtos hechos al amor?

Si un amante apasionado se acerca á la bella de su pasión ¿qué puede hacer con ella si no es más que linda y amable? ¿Qué hará si en su trato no encuentra ninguna distracción, ninguna variedad? El amor es un sentimiento activo, es un fuego que devora y que