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106 CARTAS DI5 NINÓN DE LENCLÓS

ingenio vulgares; última trinchera de una mujer sin talento y ¡valiente trinchera! ¿Cuál es por el contrario la conducta de una mujer espiritual y ver- daderamente ingeniosa? Una conversación viva, una burla picante y de buen tono, una discusión razonada con un poco de malignidad, una cita feliz. un relato hecho con gracia, distracciones en fin — tiempo ga- nado por la virtud.

La gran desgracia de las mujeres es la de no poder estar ocupadas con objetos dignos de su atención; esta es la causa de que el amor en ellas sea una pasión más vivlenta que en los hombres; pero tienen un buen sentido que, bien dirigido, puede servirlas de antídoto. Todas son tan vanas como sensibles. Por la vanidad hay que corregirla sensibilidad. Mientras la mujer se ocupe de agradar por el cuerpo nada más, perderá de vista el sentimiento que la hace obrar. Realmente, no cesará de constituir el motivo delerminanle (excu- sad, marqués, este término), pero no será el objetu actual y presente á su atención y eso es mucho. Entre- gada por completo al cuidado de perfeccionarse en el género de gloria á que aspira, ese mismo deseo — cuya fuente es el amor — se volverá contra el amor mismo, compartiendo las atenciones del espíritu y las afecciones del corazón.

Tal vez me digáis : entonces las mujeres con ingenio y talento, estarán al abrigo de toda asechanza. De eso deduciréis quizá que los hombres deberían huir de semejantes mujeres y que, sin embargo, tanto los tontos como los inteligentes van tras ellas. Eso cs verdad; pero si los tontos hacen eso, es porque no conocen las dificultades del triunfo, y si los inteli- gentes proceden de igual modo, es porque gustan de salvar los obstáculos.