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CARTA XXXII

Ya estamos de vuelta, marqués; pero las noticias que os traemos no son de vuestro gusto. Nunca habéis lenido una ocasión tan apropiada como la presente para calificar de caprichosas á las mujeres. La última vez Os escribía yo para deciros que la condesa os amaba; hoy es para comunicaros todo lo contrario. se han tomado resoluciones extrañas contra vos; es cosa decidida; la condesa no quiere amaros si ha de sacrificar su tranquilidad; ha visto las consecuencias de una pasión como la vuestra y se ha asustado. Ha tomado el partido de detener los progresos de esa pasión. Las pruebas que os ha dado de su inclinación hacia vos, no os sirven de consuelo. Los hombres os anagináis que cuando una mujer ha confesado su amor, ya no puede romper vuestras cadenas : des- engañaos. La condesa es mucho más razonable de lo que creéis y, no os ocultaré, que debe á mis consejos gran parte de su firmeza. No contéis más con mis carias; no tenéis necesidad de más consejos para conocer á las mujeres. Hasta tengo algún sentimiento por haberos proporcionado armas contra ellas. Sin eso, ¿hubiérais llegado á conmover el corazón de la