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136 CARTAS DE NINÓN DE LENCLÓS

de nada, y esa era nuestra primera resolución; ¿pero podía yo en conciencia trabajar secrelamente contra vos? ¿No hubiera sido traicionaros? Por otra parte; obrando, así, parecería que nos inspirabais temor y nos sentimos con el suficiente valor para avisaros todo lo que haremos para resistir vuestros ataques. Ved, marqués; nuestros deseos de veros rayan en la impaciencia. ¿Queréis saber la razón? Es que os esperamos sin temor. No es una amante con quien vais á combatir; sería un adversario dema- siado débil; es una mujer de sangre fria que se interesa en salvar el naufragio la razón de su amiga. Yo pene- traré hasta en el fondo de vuestra alma; leeré vues- tros designios perversos ; los prevendré y: haré in- útiles todos los artificios de vuestro ingenio. Me acu- saréis de traición; venid esta noche y os prebaré que mi conducta está de acuerdo con la más exacta equidad. Mientras vuestra inexperiencia ha necesi- tado ser iluminada, sostenida, alentada, mi celo por “vos me ha hecho sacrificar todo á vuestros intereses. Entonces toda la ventaja estaba del lado de la condesa. Pero las cosas han cambiado. Su energía apenas puede resistiros. Antes tenía en su favor su indiferencia y lo que era mejor, vuestra torpeza; ahora la experiencia la tenéis vos, y ella es la parte débil. Después de esto sería incalificable que yo me uniera á vos contra ella, traicionando la confianza que ha puesto en mí y rehusando los auxilios que tiene derecho á esperar. Si sois sincero, vos mismo lo reconoceréis así. Quiero en adelante reparar el mal que puedo haber hecho revelándoos nuestros secre- tos, iniciándoos en nuestros misterios. No sé por qué; pero cuando gozo poniéndoos obstáculos, me parece que trabajo por cuenta propia; y sin embargo, bien