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AL MARQUÉS DE SÉVIGNÉ 195

algo peor que ofenderlas; es porlarse con una tor- peza indigna de un nombre distinguido. Hay que aplaudir su amor si queréis sacar algún partido de él. Aspiran á mostrarse de un temperamento delicado y sólo sensible á los placeres espirituzles; es su sis- tema. Si algunas proceden de bucna fe, en cambio, la mayoría no se forjan ilusiones y no descan más que imponerse.

Pero sea la que quiera, la causa que las determina á engañaros, ¿verdad que os consideráis felices de que se tomen esa molestia? Debéis de estarlas agra” decidos, porque de ese modo dan un gran precio á cosas que parecerían poco deseables. Admirad nuestra habilidad : fingiendo indiferencia por lo que llamáis placeres del amor, afectando cierto desdén por esas dulzuras, aumentamos la importancia del sacrificio que os hacemos; es decir, que sabemos colocar en el puesto de agradecidos á los autores de las alegrías que disfrutamos; vosotros sabéis que recibimos muy á gusto los bienes que nos producís. Debíamos en- gañaros y hemos escogido la forma más agradable; vosotros sois los primeros favorecidos con esta super- chería; no podemos multiplicar las dificultades sin aumentar el precio de la victoria. ¿Las penas, las inquietudes no son la moneda menuda con que los amantes pagan sus placeres? Que satisfacción tan grande para vuestra vanidad la de poder deciros á vosotros mismos : esta mujer tan delicada, tan insen- sible á las impresiones de los sentidos, esta mujer que tanto temía perder su reputación, me sacrifica á pesar de toda su repugnancia, sus temores y su orgullo. Mi mérito, los atractivos de mi persona, mi hablidad, han vencido obstáculos invencibles para los demás. Si las mujeres procedieran de buena fte,