CARTA XLVI
Sois der 1siado bueno, marqués, puesto que habéis notado mi ausencia. Si no os he escrito durante mi estancia en el campo, es porque sabía que crais feliz, y esta idea me tranquilizaba. He pensado que el amor tiene sus derechos. Como por lo general su reinado no es largo y como la amistad no debe molestarle para nada, he esperado que un intervalo de placer os per- mita leer mis cartas. ¿Sabéis lo que he hecho durante ese tiempo? Me he divertido combinando los aconte- cimientos que han de suceder; he previsto las luchas de la condesa con su rival; he presentido que todo esto terminaría con una abierta ruptura; he adivi- nado que la marquesa no será del partido de la pri- mera y abrazará la causa de la otra, porque no es tan bella como su rival, razón decisiva de declararse por ella y apoyarla resueltamente. ¿Cuál es la solución de todo esto? la desunión femenina que ha tenido lugar. ¡ Cuántos trastornos en tan poco tiempo ! En cambio, vuestra felicidad permanece inalterable. Todos los días encontráis nuevas razones de amar y estimar á la condesa. Una mujer de tan positivo mérito y tan interesante, atrae más, á medida que se la va cono-