menos sus amigos le dieron generalmente en su juventud ([1]); pero por el cual nadie se atrevió á llamarla cuando siendo menos débil se hizo el filósofo más amable que haya tenido nunca la nación francesa.
Poco mérito hay en reunir hechos; lo tendría el pintarlos y reunirlos en un conjunto : esto era prodigiosamente difícil, y mucho temo no haber hecho para ello sino esfuerzos vanos. Tratábase de dar á conocer al público el corazón y el talento de Mlle. de Lenclós, y para ello no era honrado fingir. No es una apología, no una sátira, ni menos una novela lo que me he propuesto escribir. Preciso es, señor, recordar que no doy esta obra más que como Memorias, útiles para una historia más extensa de mi heroína.
Me importa añadir aún que no he pretendido proponer á Mlle. de Lenclós por modelo. (Ni ¿para qué?) Escribo su moral, su filosofía, sus actos como hechos. El lector puede juzgarlos con estos principios : yo no tengo otros que los que exigía mi calidad de historiador. La máxima de Horacio ([2]) con que un anónimo ([3]) ha querido asustar al que empren- diera la historia de Mlle. de Lenclós, me dería injustamente aplicada : no omitir ningún hecho de la vida de un conquistador, no es arder, como él, en deseos de devastar la tierra.
- ↑ Mme Sévigné la llama sólo Ninón en sus primeras Cartas; le da el nombre de Mlle. de Lenclós en una de las que se acaban de imprimir, datada de 1696, época en la cual Mlle. de Lenclós tenía ochenta y un años.
- ↑ Qualem commendes etiam alque etiam aspice, ne mox incutiant aliena tibi peccata pudorem.
- ↑ Véase el Prefacio que encabeza las Cartas sobre la educación de los Príncipes.