esa llama misteriosa es susceptible de ser ahogada y extinguida, son muy bárbaros, pues es el hombre sér muy débil para contrarrestar los más fuertes impulsos de la naturaleza. La natural llama de una hoguera, sofocada por piedras y guijarros, producirá chisporroteos repugnantes y rojizos resplandores de infierno.
El extranjero bajó la cabeza abismado al parecer en profundas cavilaciones, y Rufina le miró entonces con la mayor atención y fijeza.
Sus dos miradas se encontraron.
El extranjero leyó con gran beneplácito una protunda simpatía en los ojos de la joven.
Y añadió:
—Comprendo que por cierto recato, por su misma inocencia, por la natural timidez de la edad, se le hará á usted dificultoso contestarme...
En aquel momento llamaron á la puerta.
Rufina se levantó apresuradamente, abrió, y habló en muy baja voz y como en secreto con la persona ó personas de fuera.
Había ya cierta oscuridad en el pequeño gabinete, por lo cual encendió un quinqué y se sentó en seguida en el mismo sitio que ocupara antes.
El extranjero dijo entonces, haciendo ademán de irse:
—Sentiría ser importuno y contrariarla á usted en lo más mínimo.
—No, señor; era la criada de la familia vecina... que vino á darme un aviso...
—Pues bien, nada me ha dicho usted aún respecto de
mis pretensiones...