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Stephens», cuyos caracteres blancos en fondo negro se cambiaban en rojos.

Los demás pormenores del horroroso crimen que hoy contrista á Buenos Aires y á toda la República, son hijos de la vulgar y corriente tendencia de todo reo, al querer ocultar astutamente su delito, para evitar la acción de los Tribunales.

Nada de su astucia le ha valido, y está hoy en poder de la Justicia y sumido en el profundo caos de la noche penal.

Las oscuras paredes de su estrecho calabozo, no son suficientes para recoger y apagar lo enorme y ruidoso de su crimen.

El tigre se pasea sombriamente dentro de su jaula.


IV

Los cadáveres de la desgraciada Rufina y de su hija fueron inhumados dentro de un mismo ataúd, en un rincón del cementerio de Olavarría.

Fueron luego exhumados momentáneamente, cuando se conoció el tremendo crimen, para formalidades de ley.

Hoy yacen en aquel humilde rincón madre e hija, unidas por eterno abrazo y abrigándose mutuamente suscenizas entre las heladas sombras de la muerte.

Una pequeña prominencia de apisonado lodo, indica hoy la unión en la eternidad de los que hace poco fueron, recíprocamente, dos seres idolatrados.

Las lluvias del invierno suavizan y lustran la pequeña