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NOLI ME TÁNGERE

cadá ver del reptil. Este tenía todo el blanco vientre rasgado y en la garganta cla vado el cuchillo.

Imposible es describir la alegría de todos. Las viejas refan y rezaban. Andeny olvidó que su sinigang había hervido tres veces: todo el caldo se había derramado y apagado el fuego. La única que no podía hablar era María Clara.

Íbarra estaba ileso; el piloto sólo tenía un ligero rasguño en el brazo.

—¡Le debo á usted la vida!--dijo á Ibarra, que se en volvía en una manta de iana.

—Es usted demasiado atrevido -contestóle Ibarra;-otra vez no tiente á Dios.

Las viejas ya no se atrevían á ir al otro baklad; querían retirarse alegando que el día había comenzado mal y podría sobrevenir alguna desgracia.

—Todo es porque no hemos oido misal-suspiraba una.

—Pero ¿qué desgraciada es esa, señoras?-preguntaba lbarra.-El único desgraciado ha sido el caimán!

—Lo cual prueba-concluyó el exseminaristaque en toda su pecadora vida jamás ha ofdo misa este desgraciado reptil. ¡Nunca le he visto entre los numerosos caimanes que frecuentan la iglesia! Las bancas se dirigieron hacia el otro baklad y fué menester que Andeng preparase otro sinigang.

La música volvió á resonar. Iday tocaba el arpa, los hombres los acordeones y guitarras con mayor 6 menor afinación, pero el que mejor lo hacía era Albino, que perdía el compás á cada instante ó se pasa ba á otra pieza enteramente distinta.

El otro vivero fué visitado con desconfianza; muchos esperaban encontrar la hembra del caimán.

Sin embargo, no hubo novedad alguna y la red salfa siempre llena.