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y los demás bajáes, antes que otra cosa dijesen ni preguntasen, mandaron al judío que hiciese que se quitase el antifaz la cristiana; hízolo así, y descubrió un rostro que así deslumbró los ojos y aleslos corazones de los circunstantes, como el sol que por entre cerradas nubes, después de mucha escuridad, se ofrece a los ojos de los que le desean; tal era la belleza de la cautiva cristiana, y tal su brío y su gallardía; pero en quien con más efeto hizo impresión la maravillosa luz que había descubierto, fué en él lastimado Ricardo, como en aquel que mejor que otro la conocía, pues era su cruel y amada Leonisa, que tantas veces y con tantas lágrimas por él había sido tenida y llorada por muerta. Quedó a la improvisa vista de la singular belleza de la cristiana traspasado y rendido el corazón de Ali, y en el mismo grado y con la misma herida se halló el de Hazán, sin quedarse exento de la amorosa llaga el del cadí, que, más suspenso que todos, no sabía quitar los ojos de los hermosos de Leonisa. Y para encarecer las poderosas fuerzas de amor, se ha de saber que en aquel mismo punto nació en los corazones de los tres una a su parecer firme esperanza de alcanzarla y de gozarla; y así, sin querer saber el cómo, ni el dónde, ni el cuándo había venido a poder del judío, le preguntaron el precio que por ella quería; el codicioso judio respondió que cuatro mil doblas, que vienen a ser dos mil escudos; mas apenas hubo declarado el precio, cuando Alí bajá dijo que él los daba por ella, y que fuese luego a contar el dinero Dinit 750 h