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Azoróse con estas razones Alí, y levantándose en pie, empuñó el alfanje, diciendo:

—Siendo, joh, Hazán! mis intentos anos, que es presentar y llevar esta cristiana al Gran Señor, y habiendo sido yo el comprador primero, está puesto en razón y en justicia que me la dejes a mí, y cuando otra cosa pensares, este alfanje que empuño defenderá mi derecho y castigará tu atrevimiento.

El cadí, que a todo estaba atento, y que no menos que los dos ardía, temeroso de quedar sin la cristiana, imaginó cómo poder atajar el gran fuego que se había encendido, y juntamente que darse con la cautiva sin dar alguna sospecha de su dañosa intención; y así, levantándose en pie, se puso entre los dos, que también le estaban, y dijo:

Sosiégate Hazán, y tú, Alí, estate quedo, que yo estoy aquí, que sabré y podré componer vuestras diferencias de manera que los dos consigáis vuestros intentos, y el Gran Señor, como deseáis, ser servido, A las palabras del cadí obedecieron luego; y aun si otra cosa más dificultosa les mandara, hicieran lo mismo (tanto es el respeto que tienen a sus canas los de aquella dañada secta); prosiguió, pues, el cadí, diciendo:

—Tú dices, Alí, que quieres esta cristiana para el Gran Señor, y Hazán dice lo mismo: tú alegas que por ser el primero en ofrecer el precio, ha de ser tuya: Hazán te lo contradice, y aunque él no