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er resolución, bajando la isla, de allí a cuatro días descubrieron la Lampadosa, y luego la isla donde se perdieron, con cuya vista se estremeció toda, viniéndole a la memoria el peligro en que ella se había visto: otro día vieron delante de sí la deseada y amada patria, renovóse la alegría en sus corazones, alborotáronse sus espíritus con el nuevo contento, que es uno de los mayores que en esta vida se pueden tener, llegar después de huengo cautiverio salvo y sano a su patria; y al que a éste se le puede igualar es el que se recibe de la victoria alcanzada de los enemigos. Habfase hallado en la galeota una caja llena de banderetas y flámulas de diversos colores de sedas, con las cuales hizo Ricardo adornar la galeota; poco después de amanecer sería, cuando se hallaron a menos de una legua de la ciudad, y bogando a cuarteles, y alzando de cuando en cuando alegres voces y gritos, se iban llegando al puerto, en el cual en un instante pareció infmita gente del pueblo, que habiendo visto cómo aquel bien adornado bajel tan de espacio se llegaba a tierra, no quedó gente en toda la ciudad que dejase de salir a la marina.

En este entre tanto había Ricardo pedido y guplicado a Leonisa que se adornase y vistiese de la misma manera que cuando entró en la tienda de los bajáes, porque quería hacer una graciosa burla a sus padres. Hízolo así, y añadiendo galas a—galas, perlas a perlas, y belleza a belleza, que suele acrecentarse con el contento, se vistió de modo que de nuevo causó admiración y maravilla;