Página:Novelas ejemplares - Tomo I (1919).pdf/45

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
45
 

Si traigo—dijo el galán.

Y sacó de la faldriquera tres reales de a ocho, que repartió entre las tres gitanillas, con que quedaron más alegres y más satisfechas que suele quedar un autor de comedías cuando, en competencia de otro, le suelen retular por las esquinas:

Victor, Victor.

En resolución, concertaron, como se ha dicho, la venida de allí a ocho días, y que se había de llamar cuando fuese gitano Andrés Caballero, porque también había gitanos entre ellos deste apellido.

No tuvo atrevimiento Andrés (que así le llamaremos de aquí en adelante) de abrazar a Preciosa; antes, enviándole con la vista el alma, sin ella, si así decirse puede, las dejó, y se entró en Madrid, y ellas, contentísimas, hicieron lo mismo. Preciosa, algo aficionada, más con benevolencia que con amor, de la gallarda disposición de Andrés, ya deseaba informarse si era el que había dicho:

entró en Madrid, y a pocas calles andadas, encontró con el paje poeta de las coplas y el escado; y cuando él la vió, se llegó a ella, diciendo:

—Vengas en buen hora, Preciosa: ¿leiste por ventura las coplas que te di el otro día?

A lo que Preciosa respondió:

—Primero que le responda palabra, me ha de decir una verdad, por vida de lo que más quiere.

—Conjuro es ése—respondió el paje—que aunque el decirla me costase la vida, no la negaré en ninguna manera.