HOP-FROG
No he conocido nunca persona que tuviese más buen humor ni que se sintiese más inclinao á las cuchufletas que este buen rey. No vivía sino para embromar. Contar una buena historia del género bufo y contarla bien era el camino más seguro para llegar á su favor. He aquí porqué sus siete ministros eran todos personas bien conocidas por su carácter bromista. Todos estaban cortados conforme al real patrón: vasta corpulencia, adiposidad é inimitable aptitud para la bufonería. Que las gentes engordan dando bromas, ó que hay algo en la grasa que predispone á la broma, es cuestión que nunca he podido resolver; pero es lo cierto que un bromista flaco es un rara avis in terris.
En cuanto á los refinamientos, ó sombras del ingenio, como los llamaba él mismo, el rey se cuidaba poco de ellos. Sentía una admiración especial por la amplitud en la broma ó gracia, y hasta á veces toleraba que fuese un poco larga, pero las delicadezas le molestaban. Hubiera preferido él Gargantúa de Rabelais al Zadig de Voltaire, y en general le agradaban mucho