Por suerte la mazurca que bailaban terminó en aquel punto. La joven fué quien se encargó de romper el silencio.
- Hace aquí mucho calor, dijó. Lléveme Vd. fuera del salón.
Y ambos, pasando por en medio de las otras parejas, dirigiéronse hácia una de las puertas que daban al patio. Margarita, deteniéndose de vez en cuando, cambiaba con algunos jóvenes, ó con sus amigas, esas palabras que nada significan y que tan necesarias parecen en todas las fiestas de la buena sociedad. Con esta estratégia logró la hermosa mujer abandonar el salón, cuando comenzaba la orquesta á ejecutar otra pieza de baile, y cuando los jóvenes y las niñas acudian presurosos á enredarse en los giros de la danza, abandonando los salones cercanos al principal. En uno de estos penetraron Julio y Margarita, ansiosos de un poco de soledad