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VI.
Cuando las primeras luces de la mañana fueron á quebrarse en mil chispas en los instrumentos de acero de la carpintería; cuando las sombras de la noche abandonaron hasta el último rincón del taller, arrojadas de allí como del postrer baluarte, por la luz vencedora; cuando en la ciudad todo era bullicio y animación, Juan despertó de su profundo sueño, revolvió su vista espantada por el taller lleno de tablones, de virutas y de herramientas, y dió un gran suspiro, como si se librase de una pesadilla horrible. Estaba en su casa, rodeado por objetos bien conocidos: podía creer que