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Marco Tulio Ciceron.

La conclusion es el término y fin de todo el discurso. Tiene tres partes: enumeracion, indignacion, mocion de afectos. Por la enumeracion se reunen como en un baz las cosas dispersas y difusas, y se presentan bajo un solo aspecto, para que sea más fácil recordarlas.

Si la enumeracion se hace siempre del mismo modo, será patente el artificio. Si se hace con variedad, podrá evitarse esta sospecha, así como el cansancio de los oyentes. Con vendrá, pues, como hacen muchos (y es lo más fácil) tocar breve y marcadamento cada cosa, reunir todos los argumentos (y esto es ya más difícil), recordar qué partes has hecho en la division, de qué has prometido tratar, con qué razones has confirmado cada parte, y preguntar á los que oyen: «No es esto lo que se queria demostrar?» ó bien: «Esto hemos probado, esto hemos puesto en claro.»

Como ántes he dicho, en este género conviene tocar separadamente los argumentos (y lo que es más artificioso todavía) juntar con las tuyas tas argumentaciones contraPias, y despues de decir tus razones, mostrar cómo has destruido las contrarias. Así por una breve comparacion volverá á la memoria del oyente lo más esencial de la confirmacion y de la refutacion. Y ánn puede variarse de otras maneras. Puedes enumerar en persona propia, refiriéndote á lo que en tal ó en cual parte hayas dicho; ó introducir otra persona ó cosa; atribuyéndole toda la enumeracion. Una persona, vg.: «Si el legislador existiese y os preguntase lo que ibais á hacer, ¿cómo podríais dudar, cuando os. ha sido demostrado esto y esto? Y despues, lo—mismo: que cuando se enumera en nombre propio, pasar rapidamente por. todas las argumentaciones y divisiones, ó preguntar al auditorio qué es lo que desea, ó comparar los argumentos propios con los del contrario.

Se introduce una cosa, cuando se hace hablar á uma ley, á un lugar, á una cludad ó á un monumento por enumeracion: vg.: «Si las leyes pudiesen hablar, no se quejarian