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De la invencion retórica.

ficacion, ó de cosa cierta, vg., «que el que ha matado á su padre es digno de gravisimo suplicio,» y de este lugar no conviene hacer uso sino despues de probada y perorada la causa; ó de asunto lan dudoso que haya tambien razones probables por la parte contraria, vg., que conviene creer lassospechas, ó por el contrario, que no conviene crcer las sospechas. Parte de los lugares comunes se introduce ú por indignacionó por queja, como ya dijimos; otros por al guna razou probable de entrambas partes.

Distinguese y se ilustra mucho la oracion introduciend pocos lugares comunes, y sólo despues de haber confirmado los argumentos más fuertes. Sólo se concede acudir a lugar comun cuando ha sido tratado con esimero algun lugar propio de la causa, y cuando el ánimo del oyente se renueva para lo que falta ó se aquicla despues de dicho todo. Todes los ornamentos de clocucion en que consiste mucho de la suavidad y gravedad, todo el esplendor de palabras y do sentencias deben reservarse para los lugares comunes. Son comunes estos lugares, de las causas, pero no de los oradores, pues sólo aquellos que con grande ejercicio hayan adquirido mucha riqueza de palabras y sentencias, podrán tratarlos con elegancia y gravedad, y como su naturaleza pide.

Esto sea dicho en general sobre los lugares comunes.

Ahora expondremos los que suelen ocurrir en el estado conjetural, y son: si conviene creer ó nó las sospechas, los rumores, los testigos ó la cuestion de tormento; si se ha do atender o no á la vida pasada; si el haber cometido un delito es razon para que se culpe de otro; si conviene atender mucho á la causa, ó no conviene. Estos lugares comu nes y otros semejantes, nacidos del mismo argumento, pueden usarse por una y otra parte. Lugar exclusivo del acusador es el encarecer la atrocidad del hecho, ó decir que nadie debe compadecerse de los malvados. El defensor debe mostrar con indignacion la calumnia de los acusado-