otros no cometeremos en esto injusticia; porque si la cometemos, no hay más que razonar; es preciso morir aquí ó sufrir cuantos males vengan ántes que obrar injustamente.
Tienes razon, Sócrates, veamos cómo hemos de obrar.
Veámoslo juntos, amigo mio; y si tienes alguna objecion que hacerme cuando yo hable, házmela, para ver si puedo someterme, y en otro caso cesa, te lo suplico, de estrecharme á salir de aquí contra la voluntad de los atenienses. Yo quedaria complacidísimo de que me persuadieras á hacerlo, pero yo necesito convicciones. Mira pues, si te satisface la manera con que voy á comenzar este exámen, y procura responder á mis preguntas lo más sinceramente que te sea posible.
Lo haré.
¿Es cierto que jamás se pueden cometer injusticias? ¿O es permitido cometerlas en unas ocasiones y en otras nó? ¿O bien, es absolutamente cierto que la injusticia jamás es permitida, como muchas veces hemos convenido y ahora mismo acabamos de convenir? ¿Y todos estos juicios, con los que estamos acuerdo, se han desvanecido en tan pocos dias? ¿Seria posible, Criton, que, en nuestros años, las conversaciones más sérias se hayan hecho semejantes á las de los niños, sin que nos hayamos apercibido de ello? ¿O más bien es preciso atenernos estrictamente á lo que hemos dicho: que toda injusticia es vergonzosa y funesta al que la comete, digan lo que quieran los hombres, y sea bien ó sea mal el que resulte?
Estamos conformes.