¿crees tú tenerlo contra tu patria y contra la ley? Y si tratáramos de perderte, creyendo que era justo, ¿querrias adelantarte y perder las leyes y tu patria? ¿Llamarias esto justicia, tú que haces profesion de no separarte del camino de la virtud. Tu sabiduría te impide ignorar que la patria es digna de más respeto y más veneracion delante de los dioses y de los hombres, que un padre, una madre y que todos los parientes juntos? Es preciso respetar la patria en su cólera, tener con ella la sumision y miramientos que se tienen á un padre, atraerla por la persuasion ú obedecer sus órdenes, sufrir sin murmurar todo lo que quiera que se sufra, áun cuando sea verse azotado ó cargado de cadenas, y que si nos envia á la guerra para ser allí heridos ó muertos, es preciso marchar allá; porque allí está el deber, y no es permitido ni retroceder, ni echar pié atrás, ni abandonar el puesto; y que lo mismo en los campos de batalla, que ante los tribunales, que en todas las situaciones, es preciso obedecer lo que quiere la república, ó emplear para con ella los medios de persuasion que la ley concede; y, en fin, que si es una impiedad hacer violencia á un padre ó á una madre, es mucho mayor hacerla á la patria?» ¿Qué responderemos á esto, Criton? ¿Reconoceremos que la ley dice verdad?
Así me parece.
«Ya ves, Sócrates, continuaria la ley, que si tengo razon, eso que intentas contra mí es injusto. Yo te he hecho nacer, te he alimentado, te he educado; en fin, te he hecho, como á los demás ciudadanos, todo el bien de que he sido capaz. Sin embargo, no me canso de decir públicamente que es permitido á cada uno en particular, despues de haber examinado las leyes y las costumbres de la república, si no está satisfecho, retirarse á donde guste