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Esto es precisamente lo que te pregunté ántes: ¿si donde quiera que se encuentre lo justo allí está lo santo, y si donde quiera que se encuentre lo santo allí está lo justo? Parece que lo santo no se encuentra siempre con lo justo, porque lo santo es una parte de lo justo. ¿Sentaremos este principio, ó eres tú de otra opinion?

A mi parecer, este principio no puede ser combatido.

Ten en cuenta lo que voy á decirte; si lo santo es una parte de lo justo, es preciso averiguar qué parte de lo justo tiene lo santo, como si me preguntases, qué parte del número es el par, y cuál es este número, y yo te respondiese que es el que se divide en dos partes iguales y no desiguales. ¿No lo crees como yo?

Sin duda.

Haz pues el ensayo de enseñarme á tu vez, qué parte de lo justo es lo santo á fin de que indique á Melito que ya no hay materia para acusarme de impiedad; á mí que tan perfectamente he aprendido de tí lo que es la piedad y la santidad sus contrarias.

Me parece á mí, Sócrates, que la piedad y la santidad son esta parte de lo justo, que corresponde al culto de los dioses, y que todo lo demás consiste en los cuidados y atenciones que los hombres se deben entre sí.

Muy bien, Eutifron; sin embargo, falta alguna pequeña cosa, porque no comprendo bien lo que tú entiendes por la palabra culto. ¿Este cuidado de los dioses es el mismo que el que se tiene por todas las demás cosas?