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contraen los unos para con los otros un amor ordenado y componen una debida y templada armonía, el año es fértil y es favorable á los hombres, á las plantas y á todos los animales, sin perjudicarles en nada. Pero cuando el amor intemperante predomina en la constitucion de las estaciones, casi todo lo destruye y arrasa; engendra la peste y toda clase de enfermedades que atacan á los animales y á las plantas; y las heladas, los hielos y las nieblas provienen de este amor desordenado de los elementos. La ciencia del amor, en el movimiento de los astros y de las estaciones del año, se llama astronomía. Además los sacrificios, el uso de la adivinacion, es decir, todas las comunicaciones de los hombres con los dioses, sólo tienen por objeto entretener y satisfacer al amor, porque todas las impiedades nacen de que buscamos y honramos en nuestras acciones, no el mejor amor, sino el peor, faz á faz de los vivos, de los muertos y de los dioses. Lo propio de la adivinacion es vigilar y cuidar de estos dos amores. La adivinacion es la creadora de la amistad, que existe entre los dioses y los hombres, porque sabe todo lo que hay de santo ó de impío, en las inclinaciones humanas. Por lo tanto, es cierto decir, en general, que el Amor es poderoso, y que su poder es universal; pero que cuando se consagra al bien y se ajusta á la justicia y á la templanza, tanto respecto de nosotros como respecto de los dioses, es cuando manifiesta todo su poder y nos procura una felicidad perfecta, estrechándonos á vivir en paz los unos con los otros, y facilitándonos la benevolencia de los dioses, cuya naturaleza se halla tan por cima de la nuestra. Omito quizá muchos cosas en este elogio del Amor, pero no es por falta de voluntad. A tí te toca, Aristófanes, suplir lo que yo haya omitido. Por lo tanto, si tienes el proyecto de honrar al dios de otra manera, hazlo y comienza, ya que tu hipo ha cesado.»