consejos para lo que nos hemos detenido: cuando nos hagan falta ya nos los dará el señor cura.
— Es, prosiguió el anciano con su habital sonrisa y su voz cascada y temblona, que el señor cura acaso no sabría dárosle en esta ocasión tan oportuno como os lo puede dar el tío Gregorio; porque él, ocupado en sus rezos y letanías, no habrá hechado, como yo, de ver que cada día vais por agua á la fuente más temprano y volvéis más tarde.
Las muchachas se miraron entre sí con una imperceptible sonrisa de burla, no faltando algunas de las que estaban colocadas á sus espaldas que se tocasen la frente con el dedo, acompañando su acción con un gesto significativo.
— ¿Y qué mal encontráis en que nos detengamos en la fuente charlando un rato con las amigas y vecinas?... dijo una de ellas. ¿Andan acaso chismes en el lugar, porque los mozos salen al camino á echarnos flores ó vienen á brindarse para traer nuestros cántaros hasta la entrada del pueblo?
— De todo hay, contestó el viejo á la moza que le había dirigido la palabra en nombre de sus compañeras. Las viejas del lugar murmuran de que hoy vayan las muchachas á loquear y entretenerse á un sitio, al cual ellas llegaban de prisa y temblando á tomar el agua, pues sólo de allí puede traerse; y yo encuentro mal que perdáis poco á poco el temor que á todos inspira el sitio donde se