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Desde mi celda.

trante y campesino perfume, entre una alfombra de menudas hierbas, las aliagas espinosas y amarillas, los altos romeros de flores azules, y otra gran porción de plantas olorosas y saludables. Un arroyo de agua cristalina corre allí con un ruido apacible, medio oculto entre el espeso festón de juncos y lirios blancos que dibuja sus orillas, y, en el verano, las ramas de los chopos, agitadas por el aire que continuamente sopla de la parte del Moncayo, dan á la vez música y sombra. Llaman á este sitio la aparecida, porque en él aconteció, hará próximamente unos siete siglos, el suceso que dio origen á la fundación del célebre monasterio de la Orden del Cister, conocido con el nombre de Santa María de Veruela.

Refiere un antiguo códice, y es tradición constante en el país, que, después de haber renunciado á la corona que le ofrecieron los aragoneses, á poco de ocurrida la muerte de D. Alonso en la desgraciada empresa de Fraga, D. Pedro Atares, uno de los más poderosos magnates de aquella época, se retiró al castillo de Borja, del que era señor, y donde en compañía de algunos de sus leales servidores, y como descanso de las continuas inquietudes, de las luchas palaciegas y del batallar de los campos, decidió pasar el resto de sus días entregado al ejercicio de la caza; ocupación favorita de aquellos rudos y valientes caballeros, que sólo ha-