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La promesa.
por arrancar á su señor de aquel sitio; pero el conde, con los ojos fijos en el juglar, permaneció inmóvil, escuchando esta cantiga:
I.
La niña tiene un amante
que escudero se decía;
el escudero le anuncia
que á la guerra se partía,
— Te vas y acaso no tornes.
— Tornaré por vida mía.
Mientras el amante jura,
diz que el viento repetía:
¡Mal haya quien en promesas
de hombre fía!
II
El conde con la mesnada
de su castillo salía;
ella que le ha conocido
con grande aflicción gemía:
— ¡Ay de mí, que se va el conde
y se lleva la honra mía!
Mientras la cuitada llora,